domingo, 12 de febrero de 2017

Reina por un día

Mari Pili Culerín, niña repipi y caprichosa, con falda, canesú y coletas, mimada por papá en la dictadura, y por mamá en la democracia, ha tenido hoy su "reina por un día". En efecto, después de ni se sabe cuánto, la Antoñita "la fantástica" de la ciudad Condal ha sido líder de la Liga de fútbol en la presente temporada. Para que tan dichoso evento fuera posible, han debido coincidir dos hechos. El primero, que al auténtico líder le aplazaran nada más ni nada menos que dos partidos, algo que los más viejos del lugar no recuerdan si es que alguna vez ha acontecido tal cosa. Pero no hay nada que la mimada Mari Pili Culerín no consiga de sus siempre dispuestos benefactores. Un berrinche por aquí en forma de pañolada, un quejido por allá en forma de declaración de un jugador, un "bubú" por parte de los panfletos proculés y, casualmente, el milagro se produce. La "mejor liga del mundo" tiene al líder con seis puntos sin jugar todavía, algo que no se producía en la Rumanía de Ceaucescu pero que igual se da en la de Zimbawe o Haití. La segunda era que Mari Pili pusiera algo de su parte. Sí niñita, sí, ¿no querrás que lo hagamos todo nosotros? Ea, ea, no aguantes la respiración. Venga, a ver que podemos hacer. ¿Que el Celta no juega su partido contra el Madrid y así gana ventaja respecto al Alavés, que sí juega su partido? Estaría bueno que se aplazara también ese por no dar ventaja a los gallegos. ¡A jugar! Así el Alavés estará agotado o plagado de bajas, para evitarse lesiones, y la niñita lo tendrá más fácil. ¿Verdad que sí, monina?

La de la izquierda es la sección de baloncesto, que está menguando cosa fina

Así, la misma prensa perrera que se subía por las paredes ante la osadía del Madrid de que se jugara un partido de Liga, porque podría obtener réditos de que el Celta jugara en pocos días una semifinal de copa contra el Alavés, celebraba exultante la gesta culé de proclamarse líder "virtual"... ¡con dos partidos menos! Y Mari Pili no falló. Como la niña más fea del curso que -para sorpresa de todos, ya que tan sólo es la hija del director- es nombrada reina de la fiesta de fin de curso, y aún así ha de cubrir bajo el maquillaje sus granos y forúnculos, evitar sonreir para que se le vea la dentada deteriorada, pasar por la peluquera para que le arregle el pelo, y tratar de que no se le note mucho la joroba, Mari Pili Culerín también ha de poner mucho de su parte. Seis chicharros a un desahuciado Alavés en temporada de rebajas post-coperas y a celebrar el liderato. Lo dicho, reina por un día. 


O, mejor dicho, por unas horas. Las que mediaron desde que el colegiado en Vitoria pitó el final del partido hasta el comentario de Robison de "¡Ese gol no puede entrar!" con el que valoró el tanto de Cristiano que abría el marcador en Navarra, y que viene a sumarse a tantos y tantos deslices -o quizás no- de los comentaristas televisivos, a los que los madridistas ya no pedimos objetividad, con que no se rían en nuestra cara de manera impune nos damos con un canto en los dientes. El tanto de Cristiano llegaba tras unos compases iniciales en los que nuestros muchachos que eso de hacer novillos una jornada de liga no estaba tan mal y que, si eso, pues repetían esta y ya se pondrían contra los italianos la semana que viene. La desidia, y el planteamiento conservador de Zidane, alineando nuevamente a tres centrales para conformar un 3-5-2 que para la prensa será un 5-3-2, plantearon cierta inquietud en la afición merengona. Inquietud que se veía acrecentada por el pésimo estado del terreno de juego -no olvidemos que estamos ante la "mejor liga del mundo", amiguitos- que hacía parecer que el balón evolucionaba en una linea temporal paralela. En serio. Era como el protagonista de uno de esos relatos de Philip K. Dick que vive cinco siglos en el futuro, o con su percepción del espacio-tiempo adaptada a la de otro planeta y siempre va desincronizado. 


Precisamente fue el césped el protagonista de lo primero reseñable del partido, la lesión de Tano. O eso dicen los que entienden. El defensor local se rompió la tibia y el peroné al tratar de soltarle una coz a Isco y encontrarse la pierna del jugador firmemente apoyada den el suelo. Lástima por el osasunista, para el que se terminó la temporada. Espero una completa recuperación y que la siguiente pueda seguir soltando coces como si nada hubiera pasado. El Osasuna le necesitará en la segunda división, ha donde ya ha descendido su terreno de juego. Y es que el juego "al límite", es decir, al patadón y tentetieso, marca de la casa, era todo lo que el Osasuna podía enfrentar al Madrid. Pero junto con la empanada de nuestros campeones era más que suficiente. Y de vez en cuando, las arrancadas y los disparos de un tal Sergio León, buen pelotero visto lo que se tercia en Navarra que, como no podía ser de otra manera, fue quien empató el encuentro al aprovechar una pérdida tonta del balón por parte de Danilo y los treinta metros de pista libre que el brasileño sirvió en bandeja al contraataque osasunista. Bueno, al menos esta vez tuvo la decencia de no marcarnos un gol en propia puerta. 
 
Cristiano hizo un alto en su declive para abrir nuevamente el marcador.

Nada pareció cambiar tras el descanso. Zidane, que entre olvidarse de la meritocracia y alinear siempre a la sota, el caballo y el rey, y el aguantar los cambios hasta el final, está acercándose demasiado a ser Angelotte 2, el regreso, introdujo cambios en el equipo. Los del Osasuna, agradecidos, estuvieron a punto de introducirnos otra cosa. Keylor Navas, al que le sienta de miedo el que suene tanto el nombre de De Gea, siguió siendo el mejor del partido abortando las pocas, pero serias, llegadas de los locales a nuestra portería. Con todo, ya eran más de las que hacían nuestros chicos. Como Dios aprieta pero no ahoga, y cuando veíamos negros nubarrones cernirse sobre nosotros -me refiero, obviamente, a la idea de dejarnos puntos, porque los negros nubarrones de verdad ya estaban descargando sobre los jugadores, y cómo- se produjo la lesión de Danilo. En esta ocasión el jugador rojillo sí atinó y fue un madridista el que acabó abandonando el terreno de juego. La entrada con los tacos por delante al tobillo no supuso, sin embargo, que el colegiado amonestara con una justa roja al agresor. La pérdida del lateral obligó al cambio y Zidane dio salida a James que, por si alguien se había olvidado de él, es un jugador colombiano que fichamos para que Florentino construyera autopistas en el país americano. 

Una botella golpeó a Modricio tras el gol de Isco. Ningún jugador barcelonista resulto dañado durante la filmación
 Isco fue el autor del gol que rompió el empate al aprovechar un balón que Benzemá había perdido después de entrar trastabillándose en el área. Pese a estar presente en dos de los tres goles del partido, habiendo dado una genial asistencia en el primero, el jugador francés no se quitó esa aura de jugador desaprovechado que lleva desde hace mucho tiempo. Desaprovechado, digo, porque cada vez que lo veo jugar creo que estaría mejor vendiendo entradas o bufandas a la puerta del Bernabéu. Sería más rentable, desde luego. Mejor hacer algo que no es de tu oficio a no hacer nada en el tuyo. El fallo a puerta vacía que tuvo unos minutos antes justificaría un tratamiento de jarabe de banquillo. En serio, me resulta muy difícil creer que Morata y, sobre todo, Mariano, no mejorarían lo que hace el francés. Creo que existen más posibilidades de que yo me líe con Scarlett Johanson  a que veamos en el Madrid a un delantero de esos que marcan goles. Que la pillan y la empotran en las redes. O que la pillan, driblan y disparan a puerta. O que la paran, la pillan, la driblan y la envían a Saturno. Coño, un delantero que juegue como un delantero. Un Griezman, un Luís Suárez pero sin morder. ¿Es pedir tanto? Pues me temo que sí. Lo que decía antes, lo de la meritocracia. Las acusaciones de "proteccionismo" hacia el jugador, deseo personal de Florentino y francés como el técnico, pueden ser injustas, pero desgraciadamente no son ilógicas. El río suena. 

Benzemá se queda sólo en el bingo y canta el que reparte los cartones.

Sería Lucas Vázquez quien dejara el marcador en el 1-3 definitivo, después de ser víctima de un penalti clamoroso que el colegiado no quiso pitar. Al menos, y a favor del árbitro, hay que señalar que aplicó el mismo criterio: tampoco pitó el que le hicieron a Cristiano minutos antes, muy similar. Por lo visto, lo normal en los jugadores del Madrid es tirarse al suelo cuando van a ejecutar un disparo franco sobre la portería rival. Que nos sirva de aviso para los próximos partidos. Los de negro tienen muy claro qué de fino hay que hilar para que los progenitores de Mari Pili Culerín tengan a la niñita contenta y satisfecha. 

Y la semana que viene, a por los napolitanos. Oe, oe, oe.

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