martes, 8 de julio de 2014

Un absurdo conglomerado madridista fue derrotado ayer por el Nancy (2-4) en Chamartín

"Tenían mucha prisa los seguidores del Madrid, y en general los aficionados, por saber si la adquisición del fenómeno argentio Di Stéfano era brillante, por eso ayer llenaron las tribunas y el graderío bajo de Chamartín, que ofrecía un aspecto muy superior a lo que podría esperarse para un partido amistoso un día laborable."
 

"(...) El "as" argentino traía ayer el lastre de medio año largo de inactividad. Su trote ha perdido la fulguante rapidez de otro tiempo y el "sprint" corto es también menos veloz que cuando vino con Millonarios, pero su juego sigue en posesión de un toque implecable de película, de un "dribbling" sobrio, muy ceñido y rápido, de una gran facilidad y precisión en el pase y de una concepción instantánea y certera de la jugada. Carecía ayer de ayuda y, sin embargo, jugo bien. Los únicos destellos de gran clase de toda la tarde fueron los suyos, y su maestría, puesta en evidencia varias veces, encendió en el graderío los únicos aplausos de la jornada".

L. López Sánchez, diario ABC, 24 de septiembre de 1953.

Alfredo Di Stéfano ha sido o, mejor dicho, ES (porque para el madridismo no se ha muerto, no se va a morir nunca) el mejor jugador de todos los tiempos sin discusión. Y punto final. Ni Pelé, ni Maradona, ni nadie. Y en este caso no es mi característica pasión por el club de mis amores la que ha tomado el control de mis dedos, que igual otras veces ha pasado; es un hecho fácilmente deducible. Me explico: el día 23 de septiembre de 1953, miércoles, en el que Di Stéfano llega a las 10:30 de la mañana a Madrid para firmar su contrato con el club merengue, para después comer, entrenar un poco y ponerse a jugar al fútbol un amistoso contra el combinado francés del Nancy (vaya nombrecito), habían pasado veinte años desde que el Real Madrid ganara su última Liga, y en esas dos décadas sólo había sumado dos Copas del Generalísimo. Esto es difícil que lo entiendan los jóvenes madridistas, pero la realidad es que el Madrid de la posguerra era un equipo mediocre y vulgar, que había estado a punto de ir a parar con sus huesos a la Segunda División más de una vez. 

"Las finales no se juega, se ganan"

La llegada de Alfredo Di Stéfano en el club transformó radicalmente la historia y el devenir de la entidad. En los poco once años que estuvo en el club ganó ocho ligas, es decir, casi todas las que se jugaron. Pero lo mejor vino en Europa, donde lideró a un Madrid que se coronó cinco veces consecutivas campeón de la recién nacida Copa de Europa. Todo un logro y más en una España, la de entonces, que vivía al margen del continente. A eso hay que añadir la primera copa Intercontinental, alguna que otra Copa Latina (que no sé lo que es) y cinco trofeos al máximo anotador de la Liga. 

"Elegí al Real Madrid y no al Barcelona porque soy un ganador y no un perdedor"

Esta diferencia en el palmarés del club entre el antes y el después de su fichaje, muy superior al logrado, por ejemplo, por el Nápoles tras la llegada de Maradona, no es lo único que justifica y sostiene mi anterior afirmación anterior, aunque ya sería bastante, no, lo que realmente demuestra que Di Stéfano fue/es el más grande es la impronta que dejó en el club. La línea ascendente de un club mediano tirando a vulgar que marcó Alfredo sobrevivió a su retiro hasta el punto de que cuatro décadas después sería el propio futbolista quien recibiera el trofeo que acreditaba al Real Madrid, ese equipo normalito tirando a "psché", como el Mejor Club del Siglo XX. El Madrí ha sumado las mismas copas de Europa que ganó con el delantero hispanoargentino, cuyo récord de otras tantas ligas consecutivas también fue igualado un cuarto de siglo después. Cruyff ganó tres Copas de Europa con el Ajax, equipo que ahora es una chufla; Maradona ganó un par de  Ligas italianas, alguna copa y una UEFA con el Nápoles, y desde su marcha el club italiano sólo ha sumado un par de copas italianas o así. Yo qué sé. A Pelé por Europa no se le vio el pelo, y su "legado" en el Santos es señalar de vez en cuando a un "heredero" para que el club saque unos buenos cuartos vendiéndoselo a los incautos europeos, ya se trate de un Robinho o un Neymar. Pero Di Stéfano cogió a un club de los de medio de la tabla y lo transformó en lo que hoy conocemos.

"Ningún jugador es tan bueno como todos juntos"
Dirán algunos que Di Stéfano nunca ganó un mundial pero, como decía alguien en Tuíter, si acaso lo que demuestra eso es que los mundiales no pasan de ser unas meras pachangas veraniegas cuyo crédito estaría más alto si los fiferos pudieran alardear de que una de sus copas recayó en las manos de la Saeta Rubia, el jugador que fue la piedra angular de lo que es el fútbol de hoy día. Él fue el primer "galáctico", rodó tres películas, hizo anuncios (¡de panties!) pero también fue el primero en entender que un jugador ha de moverse por todas las posiciones, eliminando esa especialización característica hasta el momento. De hecho, en sus primeros partidos como blanco se le llegó a criticar el ser un delantero centro que no se mantenía en su puesto, sino que se movía por toda línea de ataque e incluso bajaba a defender. Pelé puede haber sido el mejor delantero, Cruyff el mejor organizador y Maradona el mejor mediapunta, pero Di Stéfano ha sido/es el mejor todo. 


Y ya está la piara culé con lo de que las Copas de Europa ganadas por don Alfredo no valen, que son en blanco y negro, o pretenden restarle méritos argumentando que los rivales contra las que se ganaron son, a día de hoy, desconocidos. De lo primero no digo nada porque de aquí a unos años me pondrá mucho que critiquen la Décima diciendo que no se vio en 3D, pero de lo segundo... ¿no os dais cuenta, angelitos míos, que precisamente éso es lo que refleja la grandeza del Real Madrid? Esos equipos eran grandes entonces; el Real Madrid, por mor de la impronta del mejor futbolista de la Historia, decidió que lo sería siempre. No es que el Madrí se enfrentara a unos mindundis; sino que entonces eran potencias europeas y el Madrí lo sigue siendo. Éso es lo que marca la grandeza del Madrí, y eso es lo que consiguió Alfredo di Stéfano (no sólo, como a él mismo le gustaba recordar siempre, pero sobro todo gracias a él) y es lo que le convierte en el Mejor. Técnica, sí, pero también velocidad y, sobre todo, corazón y coraje. Y que la derrota no sea una opción.


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