domingo, 19 de febrero de 2012

Ahora es cuando empieza lo difícil

Discrepo de aquellos que ante el ataque continuado y encarnizado de la prensa a nuestro técnico, auguraban un cambio radical desde el momento en que el buen hacer del portugués empezara a dar sus frutos. Conociendo a las alimañas que componen el grueso del periodismo deportivo se me hacía difícil, por no decir imposible, que éstos cambiaran de caballo a mitad de carrera como si tal cosa. Eso sólo podría suceder en el caso de que los susodichos fueran una panda de advenedizos, una veleta que apuntase hacia donde soplase el viento, y no es así. Si algo caracteriza al periodista deportivo español medio es su desmedida soberbia, que sazonan con una envidia y una tiña cosa mala. Mantengo la teoría de que, en su infancia, todo periodista deportivo ha sido una medianía en cualquier deporte, sobre todo el fútbol, el más popular. Era el que nadie elegía para su equipo, el que siempre tenía que permanecer en el límite del terreno de juego, del patio o del descampado, esperando su oportunidad. Como muchos otros, pero con la diferencia de que por su carácter ensoberbecido, fruto de una mala educación y de una incapacidad para reconocer las propias limitaciones, curaba su resquemor criticando a los demás. El que Manolito hiciera cosas con el balón que él no haría en la vida no le motivaba a superarse. Todo lo contrario, le llevaba a criticar desde la banda todo lo que hacía Manolito, cuando no otros aspectos de su vida. En paralelo, sin abandonar su rencor  y envidia, el  embrión de un futuro Palomar, Lama o Torres, intentaba salvar esa deficiencia para lo del deporte autoconvenciéndose de que si bien el físico no le llegaba, su inteligencia no sólo lo compensaba, sino que le ponía por encima de los demás. Esto es, jugaba a ser entrenador. Pero uno malo, uno para el que las condiciones de los jugadores no tenían relevancia, para el que la propia condición humana carecía de importancia frente al esquema, la idea. Un Platón revenido. La realidad, al fin y al cabo, estaba contra él. Si las cosas fueran como él las imaginaba, esto es, como deberían ser, él no sería ninguneado, sino ensalzado y respetado.

Era inevitable que este niño cambiara el banquillo, o la tierra sobre la que aposentaba sus posaderas mientras veía jugar a los demás, por la silla de un escritorio y se convirtiera en periodista. Deportivo, claro. Porque para cualquier otro campo hacen falta unos conocimientos que podrían muy bien demostrar sus errores de juicio, pero no para el deportivo. De ahí que el periodista sea incapaz de alegrarse de los triunfos ajenos. De la misma manera que el niño marginado por el resto -más por su actitud que por sus aptitudes- era incapaz de integrarse motu propio, el periodista deportivo se siente en su salsa celebrando fracasos, es incapaz de empatizar con los demás. Sólo reconocería como propio, sólo sería capaz de sentir un triunfo si éste se adaptase a su esquema, es decir, si fuera consecuencia -aunque imaginaria, que nada tuviera que ver con la realidad- de que el mundo ha doblado la cerviz ante él, que ha reconocido su valía, que le ha dado la razón. Como si todos aquellos que jugaban en el patio hubieran admitido sus méritos. 

Por eso es imposible que la campaña de acoso y derribo a Mourinho cese aunque gane la Liga con más de diez puntos de ventaja sobre lo el que los periodistas han elevado a la categoría de "mejoequipodermundo", porque Mourinho ha dejado claro su desprecio a esta chusma, y esto es algo que no piensan pasar por alto. Es posible que le den algunas palmaditas en su espalda, pero de modo hipócrita; quizá desaparezcan durante algún tiempo, pero sólo para lamerse las heridas y acechar, desde su cubil, a la espera de que algo les de munición. Reconocer el error y alegrarse de los méritos ajenos es algo que les sobrepasa, e incluso creo que les predispone aún más. 

¡¡HEIL AND KILL!!
A esto hay que añadir varios factores que son parte del carácter de Mourinho y que, por supuesto, el luso no va a obviar. Porque si uno es íntegro, no tiene motivos para cambiar, sobre todo cuando ese carácter, y las acciones que de él han emanado, han conectado tan bien con el madridismo. Así, por ejemplo, la persecución a los "topos", que independientemente de la veracidad de la información -¿cuándo les ha importado la veracidad a estos tíos?- son piedra angular del tinglado periodístico. Cualquier chivatazo o desliz, tanto da, supone una semana de trabajo para mucha de esta chusma que, de otra manera, tendría que ponerse a trabajar realizando investigaciones y cosas de esas que podemos leer en cualquier periódico normal. España es uno de los pocos países en los que hay una prensa deportiva especializada, y desde luego es el único en el que hay casi diez diarios dedicados a ella: Marca, AS, Mundo Deportivo, Sport, Superdeporte... otro en Sevilla que no sé ni cómo se llama, un montón subvencionados (más todavía). Seguro que me dejo alguno en el tintero, y eso sin contar programas de radio, televisión, etc. Todo un circo, vamos. Y para alimentarlo, en un país donde la prensa rosa domina suprema, lo del chivatazo es cuestión de vida o muerte. Claro que cuando no hay soplos puedes tirar de fichajes, pero ésta es otra. 

Porque con el tema de los fichajes Mou también ha traído una seriedad al club que los madridistas nos resulta desconocida, y que siempre habíamos anhelado. Los dos intentos de Marca de montar esas campañas a las que tan acostumbrados nos tenían fueron abortados en veinticuatro horas: el interés por un lateral brasileño y el posible fichaje de Van Persie. En el primer caso, el club sacó un comunicado oficial que impidió a esos ganapanes vivir a costa del Madrid durante varias semanas, llenando páginas con entrevistas, informaciones varias y todo eso; en el segundo fue el propio Van Persie quien a través de Twitter zanjó cualquier historieta. Ni soplos ni fichajes. Ni siquiera filmaciones de los entrenamientos, cosa que es de lo más normal. La reciente pelea entre dos jugadores del Sevilla, el mismo día que Míchel estrenaba cargo, explica el interés de los plumíferos estos por encasquetarnos a "Melomerezco" en el banquillo del Madrid. 

Así que al falso orgullo de esta gente, capaces de criticar a quien acumula éxitos con distintos equipos cuando no han sido capaces ni de ganar a las chapas, se suma el hecho de que la continuidad de Mourinho pone en peligro todo el tinglado que esta mafia tiene montado en torno al Madrid y que tan pingües beneficios les da. Todo apunta a que Mourinho ya está planificando la próxima temporada, que es cuando debe hacerse, en torno a marzo. ¿Alguien se imagina de qué van a vivir estos tíos durante el verano? Porque si ya se les hace difícil ahora, en los meses estivales ni os cuento. Se acabó lo de "el Madrid anda tras", "inminente acuerdo por", "Fulano, el deseado". Equipo cerrado en junio, si acaso un cabo suelto que todo el mundo conoce, y santas pascuas. 

Tal como está estructurado el periodismo español, los últimos años han sido la gloria bendita. Un Far$alona apoyado por instituciones y federaciones deportivas que lo ganaba todo era regalo de Dios, tanto para unos como para otros. Los de allí arriba, porque sólo hablan del far$a y del Madrid cuando pierde; los del medio porque vivían en la seguridad de que el número de seguidores blancos no disminuiría pese a los fracasos, ya que hace mucho aprendieron a sacar partido de estos soliviantando al aficionado. La prensa ha sido la principal culpable de que en el Madrid no durara un técnico más de una temporada, lo que todo el mundo sabe que es la antesala del fiasco. Un club de la entidad del Madrid, continuamente convulso, da muchas portadas, da de qué hablar; un Madrid con los cimientos bien plantados dará portadas cuando gane, pero eso sólo supone unos pocos días a la semana, y las finales sólo unas pocas al año. Porque el trabajo de estos niños marginados, crecidos hoy a lo alto, pero sobre todo a lo ancho, no es "informar". De eso no vivirían. Decir que hoy no ha pasado nada en un entrenamiento no vende, decir que todo va como la seda no vende. Lo suyo es la "polémica", entendida como crítica sin fundamento, los ataques personales, las peleas de patio de porteras, el marujeo. 

Por eso la continuidad de Mourinho es un peligro, y si encima viene acompañada del aplastamiento del equipo por el que estos julandras han apostado sus almas y su futuro, la cosa se torna dramática. Que se están jugando el pan, oigan. Que el Madrid fuera líder por los pelos era algo soportable, incluso deseable, que el Madrid triture el "tiquicaca" puede ser el apocalipsis. De ahí que día tras día nos vendan rumores de que el portugués ya estaría haciendo las maletas para Inglaterra. ¿Que no es verdad? Y qué. A falta de  chivatazos sin fundamento e imaginaciones varias, tanto da publicar los deseos, igualmente alejados de la realidad tan denostada por esta tropa. Por eso no cejarán. Si Mou saca adelante una temporada exitosa tendrán que tragar a un tío que no sólo les está cerrando las vías de aprovisionamiento, sino que encima les saca las vergüenzas en cada rueda de prensa. La campaña va a ser brutal. Ahora empieza lo difícil.




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El tema de la posible final en el Santiago Bernabéu es un ejemplo de todo lo expuesto. De manera machacona la chusma periodística "madridista", excepción hecha de algunos que van por libre, vería con buenos ojos que la orgía antiespañola y proterrorista tuviera como escenario el principal estadio de la nación, sito, para mayor "inri", en la propia capital. Con ese fin tratan de confundir al aficionado con la mandanga del "señorío". La realidad es todo lo contrario: ¿qué clase de señorío tendría una entidad que vende su dignidad permitiendo que su histórico recinto sea mancillado de esa manera a cambio de un porcentaje de la taquilla? Señorío es defender aquellos símbolos que nos unen e impedir las injurias y vejaciones hacia el Jefe del Estado por treinta cochinas monedas de plata. Eso lo ve cualquiera, hasta los periodistas. ¿Por qué motivo intentan manipular a una afición que tan claro tenía el asunto? Para crear "polémica", división y choques entre el madridismo, para que Lama pueda llenar sus birriosas columnas oponiendo su postura (la que le toque, vamos) con el otro manolo o quien sea. 


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Nada más apropiado para los fieles madridistas que leen este blog, en esta época de Carnavales, que disfrazarse de culos, pues de sabido es que el objetivo del disfraz es hacerse irreconocible. Para ello sólo tenéis que convencer a vuestra madre para que se vista con minifalda de cuero, top ajustado, medias de rejilla y liguero, y zapatos con plataforma y tacón de aguja, y de esa guisa, maquillada hasta la náusea, se valla a dar vueltas al bolso bajo una farola. 

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