domingo, 27 de noviembre de 2011

Luís Mascaró: la liga está perdida pero se puede ganar (o algo así)

Cuando yo era pequeño, en una época comprendida entre la desaparición de Atlantis y la aparición de los reinos hibóeros, año más, año menos, tenían entre la chiquillería gran éxito unos recortables consistentes en tiras que componían figuras: la superior eran cabezas, la inferior eran piernas y la entremedia eran los torsos y brazos. La gracia estribaba en que moviendo una u otra cambiaba la figura central. A un extraterrestre le podías poner la cabeza de un policía y las piernas de un ama de casa; a un esquimal le podías poner torso de albañil y piernas de cantante de rock. La diversión brotaba a raudales en una época sencilla donde las pleisteisons o la tele digital no aparecían ni en los relatos de ciencia ficción. Sin embargo, y pese al abismo tecnológico que las separa de aquellos montajes manuales que hacíamos con tres cartulinas birriosas, lo cierto es que activaban la imaginación cosa seria. Las posibilidades eran casi infinitas y sólo dependían del usuario. 

Sin embargo, ni la mente más calenturienta de los usuarios de ese cachivache podría haber pergreñado la foto con la que Luís Mascaró ilustra sus artículo en la web del diario Sport. Las gafas de Rompetechos no son lo peor, con mucho, del aditivo de horteradas que compone esa imagen. Pero estas, como sucede con todo, han de ser portadas con estilo. Quiero decir, ¿qué hacen unas gafapastas en el puente de la nariz de alguien que presenta barba de varias semanas, "look" sólo permitido a Don Johnson en los 80 y a Hugh Jackman en la actualidad. A eso hay que añadir un corte de pelo que estaba anticuado cuando los Beatles sacaron su primer single y que ya hería los ojos cuando lo portaba Sancho Gracia como bandolero andaluz y, por si no fuera bastante, una camiseta que huele a apolillada y que popularizaron los Beach Boys en los años iniciales de su carrera, cuando Kennedy era elegido presidente useño. Habrá que agradecer a quien corresponda, el encargado de diseñar esas páginas, que no se nos ofrezca una imagen completa del interfecto. Temo pensar qué pantalones llevaría ese día. Más que temer, soy incapaz. 

Si el hábito hace al monje, Mascaró debe ser un adicto a la sección de moda del chino de la esquina y un cliente fiel del peluquero de la otra, con silla de madera y aprendiz que barre los restos de la obra, unisex cerrado y para el que el corte de pelo "a la navaja" es "demasiado vanguardista" y fotos de "los Chunguitos" en las paredes. Y digo "debe ser" y no "es" porque la expresión del articulista del Sport acaba por arreglar el conjunto dotándole de un aire de pedófilo que asusta. Ojo, no estoy afirmando que Mascaró sea un pedófilo, algo harto imposible porque para tal menester tienes, por lo menos, que acercarte a un niño. Y dudo que ningún infante se mantenga cerca de alguien que luce esa guisa. Vamos, es que ningún infante ni nadie. 

El look "fugado de un frenopático" bien le podría valer el papel de "Szas" en la tercera entrega del Batman de Nolan
En resumen, de alguien así no puede esperarse nada bueno. Quien haya tenido oportunidad de seguir su carrera a través de sus escritos o declaraciones en radio y televisión, debe saber de qué hablo, porque yo no tengo ni idea. Yo sólo he leído alguna que otra vez la que regurgita sobre el papel (este tiene pinta de escribir en una Olivetti de 1973), por supuesto no he sintonizado jamás emisora de radio donde materialice en palabra sus delirios y en la tele sólo le he visto una vez, cuando declaró que a él el triunfo de España en el mundial ni le iba ni le venía. Tuve bastante. Pero he de suponer que ya sea en un estudio de radio o en uno de televisión, no mediará gran diferencia con pedófilo deportivo que te asalta cuando tienes la ocurrencia de pinchar en el enlace. 

Hoy Mascaró da la Liga por perdida. Como suena. Si fuera otro igual al madridismo se le aceleraba el corazón, pero viniendo de quien viene tiene tanto peso como la opinión de Llamazares sobre la última encíclica papal. De hecho, el artículo adolece de lo mismo que cualquier otro escrito por Mascaró: no vale nada. Ni por estilo, ni por sintaxis, ni por oratoria, ni por opinión, ni por información. De hecho, es tan cutre escribiendo que puede decir una cosa y la contraria como si fuera lo más normal del mundo. Por ejemplo:  no está todo perdido, por un lado, por otro que se le ha dado demasiada ventaja al rival y es irrecuperable, para terminar afirmando que "debemos seguir confiando en el equipo de Guardiola". Bueno, ¿en qué quedamos? ¿Le damos confianza al far$a? ¿Está todo perdido? Si la ventaja del Madrid es "irrecuperable", ¿donde está el "reto complejo" al que se enfrentan los de Guardrogas? 

Para que vean que no es anécdota, el 16 de noviembre de 2011 este Beach Boy desfasado hizo lo mismo en su detritus anti-Mourinho se la semana. Oculto en la catarata de insultos ("delincuente", "chulo", "barriobajero", "cobarde", "arrogante", "envidioso", etc.) que vierte sobre el técnico portugués, encontramos reflexiones (digo, por llamarlas de alguna manera) que también delatan una psique bastante rota, o bien manifiestan alguna tara que hace que Mascaró olvide en la quinta línea lo que estaba escribiendo en la segunda:
Mourinho continúa siendo el mismo personaje prepotente y mezquino. Y volverá a demostrarlo antes del 10 de diciembre. Seguro. Las personas no cambian.
Que las personas sean incapaces de cambiar es algo discutible, tanto que el propio Mascaró lo niega apenas un párrafo después:

De esa noche [la del dedo a la marioneta de Pepita], lamentable, solo han pasado dos meses y medio. Tiempo, evidentemente, insuficiente para que Mourinho recapacite y cambie su manera de ser". 
 Por eso, la afirmación de Mascaró acerca de que el far$alona ha perdido la Liga no debe despertar euforia ninguna en la masa madridista. Como hemos visto, este no es que cambie de opinión, es que no sabe lo que dice. Seguramente si hubiera tenido espacio para otro párrafo lo habría llenado con frases del tipo "no ha pasado nada", "faltan 25 jornadas para el final", "la liga está ganada" y otras por el estilo. Tampoco hay que deducir que Mascaró deseé que el Madrid gane la Liga para apuntarse el mérito de haberlo anticipado con 25 jornadas de antelación, porque si sucediera lo contrario éste, con escribir algo radicalmente distinto a lo firmado hoy, se va tan fresco. Pero sobre todo porque dudo que Mascaró tenga capacidad para recordar a mediodía lo que ha desayunado, conque para acordarse de lo que escribió meses atrás ni os cuento.

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